Más Que Cole

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jueves, 7 de abril de 2016

Llámalo destino, hado, fatúm o sino...pero ábrele la puerta

Hace poco volví a ver, por 10ª vez, esa delicia de película llamada "Serendipity", traducido al castellano "Serendipia" (una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta)
Ya rozando el final de la peli el protagonista lee lo que sería su necrológica escrita por su mejor amigo. Antes de entregarle el escrito le habla sobre lo que los griegos consideraban la base de toda vida: la pasión.
Cuando alguien moría en la Antigua Grecia no preguntaban si era rico o pobre, feliz o desdichado, ellos hacían una sola pregunta, una pregunta clara y directa "¿tenía pasión?"

Hoy pocas personas podrían contestar de una manera afirmativa a este interrogante: ¿tenemos auténtica pasión en nuestras vidas?, ¿amamos, vivimos, soñamos, disfrutamos, luchamos y defendemos la justicia y nuestras propias ideas con autentica y verdadera pasión?
Pocos lo hacen.
Pero aquellos que si lo hacen, aquellos que han encontrado la PASIÓN en sus vidas (y hablo no solo refiriéndome a la pasión física si no a la pasión como manera de plantearnos la existencia), esos pocos privilegiados, esos si han logrado una vida plena.

Es difícil hoy en día vivir apasionadamente, amar apasionadamente, desear apasionadamente.
Parece que nuestra vida ha puesto el piloto automático y simplemente nos dejamos conducir. Entonces solemos decir que ese es nuestro destino.
Ese destino a la manera de las tragedias griegas, un destino que muchas veces consideramos trágico y ante el cual creemos que no podemos revelarnos ni ante el cual nada podemos hacer.

Una antigua leyenda japonesa nos habla de un hilo rojo. Un hilo que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancia. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper (aunque a veces puede estar más o menos tenso).
Este hilo, atado al dedo, nunca desaparece y permanece constantemente atado, a pesar del tiempo y la distancia.
Así, el Abuelo de la Luna, cada noche sale a conocer a los recién nacidos y a atarles un hilo rojo a su dedo, un hilo que decidirá su futuro, un hilo que guiará a estas almas para que nunca se pierdan.
Un hilo rojo, directo al corazón, que conecta a los amores eternos y profundos...el amor de unos padres,de un herman@, de un amig@.

Esas almas gemelas, o no, atadas, o no, por hilos rojos y con, o sin, destino, son las que han cambiado nuestras vidas, porque ellas fueron las que nos descubrieron, nos enseñaron o nos mostraron la PASIÓN.
La pasión, esa fuerza arrolladora que todo lo cambia y lo transforma, que nos hace ser capaces de todo, que no nos permite rendirnos ante el miedo o la dificultad, que saca lo mejor de nuestro interior, que nos hace vibrar, que nos transforma, nos enriquece y nos hace acariciar la felicidad..

Tod@s guardamos una parcela intima y privada. Esa que es solo nuestra y de nadie más, pero ¿por qué no soñar que hay al otro lado de nuestro hilo una persona tan especial que no nos importaría que se asomara a esa "parcela privada" de nuestra personalidad?
¿Por qué no creer que existen esas personas atadas a nosotras por un "hilo" tan poderoso que por muchos terremotos y huracanes que vengan nunca pueden alejarse de nuestras vidas porque ni podemos ni queremos?
¿Por qué no creer ciegamente que existen personas en nuestras vidas que saben cuales son nuestras pasiones, las comparten y las apoyan porque también son las suyas?
¿Por qué no reconocer que hubo, hay o quizás haya, personas que te han ayudado a buscar, encontrar y sacar de tu interior la pasión por vivir?
¿Por qué no estar felices sabiendo que esas personas, al otro lado del hilo, estarán siempre en tu corazón y en tu mente porque alejarse de ellas no es una opción para ti?
Todas estas preguntas tienen una sola respuesta: porque sin ellas la pasión moriría.

Sabéis, pensaba presentaros los llaveros de nuestra colección hablando de los serenos. Esa figura de hace años que todas las noches vigilaba que nadie molestara el descanso, que llevaba las llaves de los hogares y encendía las farolas para que no reinara la oscuridad.
No se porque me he desviado de este tema para terminar hablando de destino, hilos rojos y almas gemelas. Pero llegado este punto me doy cuenta que la conclusión es la misma.
Se trata de darle las llaves de nuestro interior a alguien en que sabemos que podemos confiar siempre, que ilumina nuestras noches oscuras y que nunca permitirá que nadie nos haga daño.
Se trata de esas almas gemelas, atadas a nuestro dedo por un hilo, que siempre pondrán pasión a nuestras vidas.

Hemos de ser valientes, apasionarnos por vivir y tirar del hilo para descubrir quien está al final de él y sentir, que por fin, todo encaja.

Feliz tarde/noche de jueves desde "Más que cole"








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