Más Que Cole

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lunes, 12 de marzo de 2018

Las fiestas ya están aqui



En las calles de Murcia ya se siente que llega la Semana Santa y las Fiestas de Primavera.
En "Más que Cole" podrás encontrar todo aquello que necesites para estos días.

Os esperamos












domingo, 27 de marzo de 2016

¿Acaba hoy la Semana de Pasión?

Hoy es Domingo de Resurrección. Hoy acaba, un año más, la Semana Santa... o quizás no

Los que vimos el Viernes Santo la procesión de los Salzillos contemplamos el relato de como se desarrollaron los hechos desde la Última Cena de Jesús con sus discípulos hasta el Calvario donde nos sentimos embriagados y sobrecogidos por el sufrimiento de la Virgen Dolorosa que contempla el sufrimiento de su Hijo.
La imaginaría puesta al servicio del relato de la Pasión de Cristo. Entendamos que antes está era la manera de "ilustrar" al pueblo. Los pasos eran casi pequeñas obras teatrales sobre la Pasión, la manera más directa de que esta llegara a todos y fuera comprendida por todos.

El primer paso que Salzillo realizó para la cofradía, como hoy en día la entendemos, fue el de La Caída.
Este es quizás el paso más sobrecogedor y "actual" de todos y explico el porque de esta afirmación.
El paso recoge la primera caída (de tres) que Cristo sufrió en su doloroso recorrido al monte donde fue crucificado.
Sin duda el Cristo de este paso es una de las imágenes más hermosas no solo de Salzillo sino de toda la imaginaría española. Es la imagen del Nazareno por excelencia.
El rostro de Cristo refleja el drama, el sufrimiento, la tristeza y la mansedumbre de un hombre que sufre en su cuerpo lo indecible.
Que gran diferencia de este rostro de Cristo con otros del del mismo Salzillo como el de la Última Cena o incluso el de ese Cristo besado y traicionado por uno de los suyos.
El Cristo de la Caída es el rostro demacrado, transformado por el sufrimiento. Esa espina que atraviesa su ceja pero que a pesar del dolor que le puede infringir no impide que Él siga abriendo unos ojos suplicantes al Cielo y que el que la contempla se sienta conmovido y emocionado por ese Hombre/Dios que cae de rodillas al suelo y que nos alarga la mano buscando otra mano amiga que se la tienda y le ayude a levantarse.

En contraposición esos dos sayones terrorificamente crueles, que no se compadecen ni un ápice del sufrimiento que están infringiendo a otro ser humano. Lo ven caer hundido y extenuado por el dolor y la respuesta de ellos es más odio. Una crueldad reflejada en unos ojos tan opuestos al de Nazareno llenos de humildad. Solo imaginar lo que puede ocasionar la descarga de ese mazo que sostiene el sayón sobre la maltrecha figura de Cristo nos hace odiar a este personaje de expresión descompuesta por la ira y la más fiera de las crueldades.

Justo a la espalda de Cristo la figura de Simón de Cirene, ese hombre bueno al que obligaron a cargar la cruz del Nazareno. Una cruz que no era suya pero compadecido por esa figura de un hombre torturado, humillado e insultado hecha sobre su hombro y apiadado la ayuda a llevar al Golgotá. Simón solo estaba de paso cuando se encontró todo este drama, no iba con él ni sabía en realidad que era todo aquello pero su rostro da señales de que aquello que contemplaba ni lo entendía ni lo compartía y sin quererlo pasa a ser uno de los personajes de esta escena al ayudar a Aquel que nadie quería.

Y por último ese soldado romano, pasivo, estoico, que contempla la escena sin inmutarse. No quiere problemas, lo que ve no va con él. "Cuando esto acabe a casa" suponemos que pensaría.

¿No os recuerda todo esto a mucho de lo que vivimos hoy en día? Esta escena podría ser una noticia de cualquiera de las portadas de periódico que hoy leemos.
El sufrimiento de hombres, mujeres, niños y ancianos victimas del más cruel de los terrorismos, de las guerras, de las barbaries, de las injusticias.
Personas que sufren vejaciones, torturas, mutilaciones.
Personas que deben abandonar sus hogares, sus tierras, sus familias.
Cuantos llevan hoy en día coronas de espinas, latigazos en sus espaldas y pesadas cruces como ocurrió hace más de 2000 años.
Cuantos caen por el camino exhaustos, sin fuerzas, con rostros desencajados por todo el horror que han visto y han sufrido.
Cuantos ojos suplicantes y manos que piden ayuda.

¿Y cuantos sayones encontramos por el mundo?. Sayones que encubierto tras idealismos fanáticos acaban con la vida de inocentes, sin piedad, con crueldad feroz y sin ningún atisbo de lógica ni disculpa.

También están los "soldados romanos" esos que contemplan los horrores, pero que como no van con ellos ni sufren ni padecen. Y no hablo de grandes dolores, hablo de ver el sufrimiento del que tienes junto a ti.. A veces no nos metemos en la vida de los que decimos nos importan porque "yo no quiero líos". Nos hacemos los despistados porque "bastante tengo yo con lo mio" y miramos las escenas del que sufre a nuestro lado con la misma mirada vacía y vacua de ese soldado romano.

Y por último está todos esos maravillosos Cirineos que no pueden "pasar" del dolor de los que sufren. Que se "mojan" aunque la cosa no vaya con ellos. Que tienen empatia y sufren con el que sufre y lloran con el que lloran. Que alzan sus voces ante las injusticias y que no tienen miedo a compartir el dolor de los otros. Ellos son los que no permiten que el camino se haga solo, los que están ahí siempre.

Ahora nos toca saber cual es nuestro papel en esta escena tan de hoy, tan de todos los días.
Parece que ser bueno hoy en día es algo "de tontos" "que no lleva a ninguna parte", "las cosas no se pueden cambiar", "así es la vida" y así solo conseguiremos que esa "Caida" que contemplamos cada Semana Santa siga estando de plena actualidad. ¿Llegaremos a ver algún día este paso y no entender que algún día existiera semejante crueldad?

De que "Más que cole" os invitamos a tender la mano para poder cambiar el mundo y que la Semana Santa acabe cada año con el Domingo de Resurrección

¡Feliz Domingo de Resurrección!




jueves, 10 de marzo de 2016

Cuando veas un nazareno con la túnica morada no le pidas caramelos que lo que llevan son habas

Murcia ya huele a azahar. Si paseamos por las aceras los naranjos nos traen ese aroma anunciador de la primavera.
Ese perfume tan propio de nuestra tierra y que nos evoca nuestras fiestas y nuestras procesiones.
Juguemos un momento. Invoquemos a nuestros cinco sentidos.
Si cerráis los ojos e intentáis veros inmersos en uno de los desfiles procesionales de nuestra Semana Santa ¿qué olores recordáis? Posiblemente el incienso, el aroma de las flores que engalanan los tronos.
¿Y qué sabores paladeáis? Quizás el de las monas con huevo, el azúcar de los caramelos, las habas  o esa delicia de bocado que son los pasteles de carne.
Y el tacto, ¿qué rozaría? Sentiría el asfalto de los pies descalzos de los penitentes o el roce de los guantes de los cofrades depositando los caramelos sobre nuestras manos.
El oído distinguiría el sonido de los tambores anunciando la siguiente hermandad, los instrumentos de viento custodiando la solemnidad de nuestros pasos y el sordo golpe en el trono del Cabo de Andas
Y si por fin abriéramos los ojos estos se llenarían de colores: verde, rojo, morado, azul, marrón, negro o blanco, de capuces, de las tintineantes llamas de los cirios, de las caras congestionadas por el esfuerzo de los estantes y de los enormes buches de los nazarenos.

Las procesiones murcianas son un mundo de contrastes. El luto y recogimiento de las manolas frente a la algarabía y desenfado de los niños nazarenos que abren los cortejos. A la fe y devoción se les unen los carritos con chuches y refrescos, las horas sentados (comiendo pipas) para “guardar” las sillas y las inocentes manos de los niños pidiendo caramelos.
Siglos de arte plasmado en la imaginería de nuestros pasos. Tradiciones heredadas de generación en generación.
Nuestras procesiones (y nos referimos a las de toda la Región de Murcia) son un valioso patrimonio que debemos admirar y proteger.
Porque no importa en el lugar de la Comunidad que nos encontremos: Cartagena, Lorca, Jumilla, Mula, Caravaca, Murcia…o en cualquiera de los maravillosos pueblos de nuestra región todos tiene procesiones llenas de fervor y tradición.

En “Más que cole” podéis encontrar medias, camisas, corbatas, guantes y esparteñas de carretero para que completéis vuestro atuendo de nazareno. Porque a “Más que cole” le encanta las procesiones murcianas.
¡Ah! Una anécdota antes de acabar sobre porque se dan caramelos en  nuestras procesiones.
Cuentan algunas versiones que los habitantes venidos de la huerta de Murcio eran los encargados de portar los tronos. Debido al enorme esfuerzo que realizaban durante horas, la Iglesia les permitía que pudieran comer algo durante la procesión para reponer fuerzas. Como eran gentes de pocos recursos venían cargados de huevos duros, habas tiernas y monas. Pero en abril de 1712, el obispo de Cartagena, Cardenal Luis Belluga, dicto un edicto prohibiendo que durante las procesiones los nazarenos dieran dulces ni cosa alguna, haciéndolo extensivo a los que presenciaban el cortejo. Los murcianos, ignorando en `parte el mandato de su obispo, cambiaron la comida que llevaban por caramelos que eran menos voluminosos y se podían camuflar mejor. Esta costumbre se fue tomando por norma y así ha llegado hasta nuestros días. Y es que, reconozcámoslo, ser desobediente y pícaro, muchas veces, tiene sus ventajas.

Pues hala, a esperar las procesiones que ya están a la vuelta de la esquina.
¡Feliz día a tod@s!