Se acerca la primavera y con ella las fiestas (incluida el Bando de la Huerta), las ceremonias y el "soltarse la melena" y un pequeño detalle con flores es el accesorio perfecto.
En la Edad Media las novias se ponían coronas de flores para atraer la felicidad. Y Mary Todd Lincoln (la mujer del famoso presidente de Estados Unidos) solía completar sus atuendos con grandes coronas y arreglos florales en su cabello.
"Flower power" fue el slogan de la década de los 60, símbolo de resistencia pasiva y de rechazo a la guerra de Vietnam. Y por supuesto tenemos que mencionar el festival de Woodstock de 1969 que convocó a 500.000 personas bailando durante tres días en nombre de la paz y "de las flores".
En Japón el "Tsunami Kanzashi" es todo un arte. Con él se elaboran los adornos que especialmente llevan las geishas en sus cabezas cuando lucen el tradicional kimono. Las flores son montadas en horquillas metálicas desde donde caen los pétalos de flores a modo de cascada.
La pintora mexicana Frida Kahlo usó las flores como su "marca de identidad" en sus cuadros y fotografías.
En las regiones insulares de la Polinesia, las mujeres casadas, o las que ya han encontrado el amor, se colocan las flores en el lado izquierdo y las que todavía no han encontrado a "su príncipe azul" las llevan a la derecha.
Y en la cultura china, las flores se llevan en el pelo para simbolizar la pureza, mientras que para el mundo árabe se lucen para atraer la suerte.
Y si todavía no os hemos convencido os hablamos de una famosa reina inglesa, la reina Victoria que en su boda con el príncipe Alberto de Sajonia puso de moda los vestidos blancos de novia y las coronas de flores. ¿Cómo? Pues mirad, en una época donde las novias pertenecientes a casas reales o nobles elegían vestidos metalizados bordados en oro y plata la reina Victoria brindó su apoyo a la industria artesanal textil inglesa, seriamente afectada por la Revolución Industrial, eligiendo para su vestido nupcial un encaje hecho a mano cuyo dibujo imitaba un diseño antiguo. Para realzarlo el blanco era la opción ideal para lucir el maravilloso trabajo de los artesanos en la cola y el velo de la novia. Llevó como joyas un collar y unos pendientes de diamantes y un broche con un zafiro azul. Y también renunció a llevar corona o tiara y se adornó el pelo con una sencilla diadema de flores de naranjo (símbolo de la pureza) y de mirto (símbolo de la felicidad doméstica y del amor.
¿Convencidas ya? Nos alegramos, porque hay muchas razones para poner la primavera en nuestro pelo e ir luciendo el color y la belleza que este gris mundo necesita para iluminarse.
¡Ah! y nuestras adornos están hechos de manera artesanal y podéis encargarlos a vuestro gusto eligiendo colores y tamaño.
¡Feliz descanso!
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